Doctora Genoveva Borja

30 años de Ortodoncia Borja | Tres décadas cuidando de tu sonrisa

La clínica de Ortodoncia Borja está de aniversario. En 1991 la doctora Genoveva Borja empezó su andadura profesional, hace ahora 30 años, al frente de la clínica de ortodoncia. Han sido tres décadas de trabajo, retos y esfuerzo para conseguir la excelencia en el diagnóstico y el tratamiento de todos los pacientes; de ampliar conocimientos en cientos de cursos de formación y ahora compartir todo lo aprendido como ponente de conferencias y como profesora. 30 años dan para mucho y toca echar la vista atrás para poder apreciar todo lo conseguido y todo lo realizado en la clínica.

¿Cómo recuerdas ponerte al frente de la clínica de Ortodoncia?

Fue duro y estresante, pensar que tenía la responsabilidad de los tratamientos y la responsabilidad de trabajar con niños. No es lo mismo trabajar con adultos que con niños. Los niños entrañan mucha  responsabilidad porque como madre entiendo que los padres están dejando lo que más quieren en el mundo a mi cuidado. Había trabajado todos los veranos durante la carrera con mi padre. Me había enseñado el funcionamiento de la clínica y cuando acabé me dijo “yo ya no tengo que estar”. Eso fue super estresante, no dormía, no comía, tan solo tenía 24 años.

Una ortodoncista, mujer y tan joven en los años 90 debió ser un reto diario.

España era muy machista, yo además tenía cara de niña, no aparentaba la edad que tenía con lo cual la frase de muchos padres era “bueno el doctor cuando viene” o “el doctor habrá visto esto y habrá dado su consentimiento”. Al principio trabajaba con un grupo de enfermeras mayores que yo y vestida de uniforme como ellas, era inevitable que pensaran que era la enfermera joven, así que al final tuve que trabajar vestida de traje que era la única forma de decir “la doctora soy yo”. No obstante, resultó que lo que en principio era un problema fue una gran oportunidad porque yo estaba más en la edad de los pacientes que las enfermeras, así que me tenían más confianza y me contaban a mí lo que no le contaban a ellas. Cosas como “no me he puesto el aparato ¿se lo vas a decir?” Y yo pensaba ¿A quién a mí, que soy la doctora? Fue un plus de cercanía. Me gané la confianza de los padres porque veían que tenía las ideas claras y que les explicaba al detalle el tratamiento. Después hice mi propio equipo de enfermeras y ha sido un lujo crecer profesionalmente con ellas porque creían y creen en este proyecto.   

Tras un tiempo trabajando ampliaste conocimientos en Estados Unidos. ¿Cómo fue trabajar allí y qué implementaste después aquí en Gandia?

Me traje unas Brackets nuevas muy rápidas, un protocolo de trabajo que no teníamos en España para los tratamientos de niños que estaban creciendo y ortopedias dentofaciales que para mí es lo que más alegría me da. El ver que puedes cambiar el crecimiento anómalo de un niño y hacer que todo se desarrolle en armonía en su cara y su boca. También me traje el trabajar con los adultos, aquí solo se trabajaba con niños, allí no solo con los padres sino con sus abuelos. Allí me dejé la timidez, tuve un profesor estupendo que me hacía todas las mañanas subirme a un taburete y presentarme a todos los pacientes que llegaban. Muchas veces me decía “La mejor forma de hacer un buen trabajo es hablar con el paciente, explicarle las cosas y que pueda confiar en ti, si eres tímida no lo conseguirás”. Cambié la forma de trabajar, hice una clínica totalmente abierta. Puse unas cajas donde el paciente buscaba su carpeta y la cogía y eso le daba sensación de pertenencia a la clínica. Entablé un trato más personal para saber del paciente qué hace en su vida, qué hobby tiene, y amoldar el tratamiento a esas actividades. La idea era, y es, vamos a ayudarte para que la ortodoncia no sea un impedimento en tu vida y condicione lo que te gusta, desde tocar un instrumento a jugar al futbol.  Toda esa información me ha ayudado a enfocar mejor la ortodoncia, pensada para cada paciente y para cada necesidad.

Empezaste con la ayuda de las enfermeras Águeda y Nuria que hoy en día continúan contigo y después Inma que primero fue paciente ¿Qué importante es hacer equipo verdad?

La mayoría de los matrimonios ya no duran tanto. Llevamos muchos años juntas, nos compenetramos, muchas veces no tengo que decir las cosas porque saben cómo trabajo y lo que quiero. Les encanta que innove, tienen una carpeta de diplomas de cursos que rebosa.  Cada cosa que yo he aprendido he querido que ellas también, que estuvieran igual de emocionadas que yo por ponerlo en marcha. A Águeda, Nuria e Inma les encanta estar a la última de lo que hay. A Inma la traté de jovencita como paciente y luego quiso trabajar con nosotras y me pareció una idea genial. Ella sabe lo que es llevar un tratamiento de ortodoncia como paciente, lo que puede molestar o incordiar a la hora de comer o cepillarte. Ese punto de visto fue clave para su incorporación al equipo, hace ya 13 años.  Ahora también nos acompaña Lorena con mucha energía e ilusión.

 

Y con todo ese bagaje profesional ahora además das clases en dos másteres para ortodoncistas en la Universidad Europea y en la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia. ¿Cómo es la faceta de docente, qué es lo que más te gusta de enseñar?

Uno de mis mayores objetivos es transmitir todo lo que sé. Doy gracias a algunos profesores que he tenido y que me han enseñado. Quiero que mis alumnos sepan que tienen un apoyo en mi para seguir avanzando y poder mejorar en sus casos. Me ha pasado con algún exalumno de enviarme un caso de cirugía para que lo hiciera yo y mi contestación ha sido no me lo envíes para que lo haga, el cirujano que te recomiendo es mi hermano el doctor Alfonso Borja que es el mejor, pero estudia el caso y pídeme opinión, te ayudaré a llevarlo.  Creo que tenemos que mejorar todos, me encanta estudiar y enseñar y quiero mejorar nuestra profesión y que la gente confíe en nosotros, como profesionales de la salud que somos.  

¿Qué significa personal y profesionalmente este aniversario?

Vas trabajando y no ves el paso del tiempo. Bueno ves pacientes que has tratado de niños y ahora te traen a sus hijos. Que vuelvan porque confían en nuestro trabajo y es un gran orgullo, te sientes feliz de hacer algo bueno en la vida. Por otro lado, en la parte personal he tenido que ser profesional y madre a la vez y lo que más me gusta es cuando mi hijo me dice “me siento orgulloso de ti”.

Sonríe, ríe y sé feliz.

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